Los medios hegemónicos
son lacayos de la burguesía y la oligarquía, siempre intentarán hacernos creer
lo que a ellos les conviene. Ellos intentarán mostrar que el país está
desbarrancado porque desearían que los apoyemos en su locura destituyente, que
acarician hace algunos años y no lo pueden lograr, su añoro a la dictadura, al
neoliberalismo asesino que concentra la riqueza en pocas manos, y deja millones
en la pobreza… Ellos quieren que
reproduzcamos el odio que le tienen al gobierno por sus políticas de distribución
equitativa que les saca una parte de su inmenso poder.
Y ese sector de la sociedad, como ovejas, adictas a los
medios, se deja influenciar por ellos y reproduce poco a poco el odio hacia el
gobierno. Deberían despertar a esas mentiras mediáticas y darse cuenta de que
su crecimiento está en suba y su nivel de vida está mucho mejor que hace 10
años atrás. Debería no entrar en el juego de odio que proponen, que tanto
perjudica a nuestra sociedad.
A pesar de que es grande ese sector social, afortunadamente
es mucho más grande el otro, el 54%, que tiene memoria y recuerda como el país estaba antes, que reconoce el
formidable trabajo de este gobierno de
establecer mayor igualdad, de a
poco, soportando miles y miles de trabas en cada paso, con mucho esfuerzo,
restableciendo los derechos, desmintiendo los supuestos que todavía quedaron de
la dictadura y luego el menemismo. Mientras unos tratan de mostrar la verdad (como el informe Rattenbach)
otros tratan de seguir manipulando la información al viejo estilo.
Los argumentos que pretenden explicar el apoyo al gobierno a
causa de las asignaciones, además de ser mentirosos y absurdos, entran en esa
contradicción que no advierten. Si les molesta la inseguridad, no deberían
criticar las asignaciones, que hacen que mucha gente no sufra tanto la
exclusión, y de este modo pueda entrar en el circuito de la economía interna,
sin tener que robar, y por supuesto matriculando a sus chicos en las escuelas.
Pero son los medios los que instalan esa patética contradicción, ese ilógico
que se mete en la mentalidad de los más débiles.
Entonces no hay coherencia. Los medios son meros
comerciantes: su mercancía es la opinión pública, ellos la forman, haciendo
creer cosas y eso venden, a cambio de un poder cada vez más grande. Los medios son evasivos. Evaden la
realidad, dibujan una propia, virtual. Evaden su propio pasado alineado con la
dictadura, gracias a la cual consiguieron grandes negocios que hoy debe, por
ley, desarticularse. Cuando encuentran un sólo caso que pueda reforzar sus
tristes mentiras, hacen de él un espectáculo, por más minúsculo que sea, tratan
de exponerlo lo máximo posible. “Todo lo que en el país está mal” es culpa del
gobierno, como si no tuviésemos años atrás de historia y gobiernos anteriores.
Todo lo que está bien, o bien no lo mencionan, o es “viento de cola”.
Comparan a nuestro
país con grandes potencias, y cuando el gobierno decide hacer cosas idénticas,
inclusive a esos países, lo niegan.
Dicen qué es lo que el gobierno debería hacer, y cuando lo hace, lo critican.
Tal es su incoherencia, su contradicción que dan cuenta de que no es sincera su
oposición, sino que tienen un conflicto de negocios, con su propios medios, y
con los sectores de derecha y oligarcas que los rodean, que van perdiendo poco
a poco sus sucios sillones privilegiados.
Las contradicciones son tan absurdas, y es en ese campo en
donde hay que vencer, con militancia, cada
mentira, cada sensación que
pretenden instalar, debe ser vencida con la razón, porque ese es nuestro
fuerte, de esa manera el gobierno argentino hoy pretende actuar, avanzar y mostrar
la verdad. Últimamente, en cuanto a las cuestiones medulares del costado cívico
de la dictadura y su complicidad mediática, lo que les hace temblar el suelo, y
entran a desesperar.
Hoy en la Argentina hay libertad de expresión y de opinión,
hay fuentes de información, cada día aparecen más, por lo tanto ya no es una
ingenuidad sino una verdadera ceguera voluntaria no ver la realidad. Cada uno elige
si se queda con la manipulación, o con la realidad.
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