Utilicemos la inseguridad para empezar a hablar de la
realidad argentina:
Nos acusan de que negamos la inseguridad. La inseguridad
existe, no la negamos. Pero negamos
muchas cuasi-verdades o lógicas mediocres de sus orígenes, de intelectualoides
que creen detectar su origen y creen tener la solución.
La inseguridad, tanto aquí como en Filipinas, empieza porque hay clases excluidas. Clases que no pudieron trepar en la escala económica, ya sea por casos particulares que han quedado recluidos, por la pobreza estructural característica de los países en vías de desarrollo, o países explotados desde el exterior (EE.UU. no es la excepción: también tiene una importante pobreza estructural). Creemos que sus orígenes son una exclusión económica, educativa y social (consistente en la discriminación y los prejuicios). Un producto que persiste desde las épocas neoliberales, y que han echado profundas raíces en nuestra sociedad costando desterrarlas.
La inseguridad, tanto aquí como en Filipinas, empieza porque hay clases excluidas. Clases que no pudieron trepar en la escala económica, ya sea por casos particulares que han quedado recluidos, por la pobreza estructural característica de los países en vías de desarrollo, o países explotados desde el exterior (EE.UU. no es la excepción: también tiene una importante pobreza estructural). Creemos que sus orígenes son una exclusión económica, educativa y social (consistente en la discriminación y los prejuicios). Un producto que persiste desde las épocas neoliberales, y que han echado profundas raíces en nuestra sociedad costando desterrarlas.
Además de los prejuicios, existe un fenómeno que avanza
(curiosamente) a causa del crecimiento y la mejoría económica: la ostentación. Todos podemos ver, con tan sólo salir de
nuestras casas, en la Argentina, la cantidad de autos nuevos, locales que se
abren día a día, casas y edificios que se construyen, el nivel adquisitivo de
la gente. En épocas de receso los destinos turísticos, restoranes, playas y
paseos explotan, y la mayoría son argentinos. El crecimiento económico interno es innegable.
Hay que reconocer que hay una gran cantidad de gente que
está trepando las escalas sociales y mejorando su economía, sin dudas. Sin
embargo, siguen habiendo sectores excluidos que están viendo el crecimiento de
aquella clase media y alta, que para colmo no
paran de ostentar. Estos sectores desencadena la bronca de los menos
pudientes y crece la inseguridad, no sin faltar los demás factores de exclusión
arriba nombrados. La clase media se queja de la inseguridad, pero no quiere
dejar de ostentar, y no lo va a hacer.
Por otra parte, los medios hegemónicos no están ausentes en
esta rueda. Ellos incrementan cada caso de inseguridad, ellos utilizan muy
hábilmente sus recursos para llamar la atención, influenciando en las
mentalidades. Sus recursos son: la repetición (el caso de Candela fue uno solo,
pero fue repetido hasta el hartazgo y se sabe que eso genera una sensación aun
mayor de miedo), el uso de palabras (un ejemplo clarísimo es el de “un rayo
mató un balcón” que fue dicho en el noticiero TN, ya que su mayor objetivo es nombrar
palabras que tengan que ver con matar, miedo, asesinato, desesperación, son sus
palabras favoritas más usadas), el uso de recursos audiovisuales, de sonido,
música, imágenes. Enfocar cosas que parecen turbulentas, etc. de modo que los
medios están mostrando la inseguridad, de la manera más aumentada.
Seleccionan los casos de inseguridad de aquel morocho que
apuñaló a una señora (por ejemplo) y no dan importancia a otros casos de
desalojos o destierros, grandes explotaciones laborales, esclavitud, robo de
tierras para plantar la soja, amenazas de grandes empresarios, grandes robos,
delitos de la policía, etc. Con esto abonan a una mentalidad prejuiciosa, que
cree que los delincuentes son los pobres, e ignora que los mayores flujos
delictivos se dan entre las clases más altas y las redes mafiosas.
Gracias a la compañera Ane Sabbatella por colaborar con sus reflexiones
Gracias a la compañera Ane Sabbatella por colaborar con sus reflexiones
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